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BAKER STREET…

Publicado: 7 agosto 2009 en La Rebelión De Las Masas
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Son las 2 de la mañana y estoy en la habitación del hotel. No se escucha absolutamente nada. Si abriera la doble puerta de la terraza las cosas cambiarían. Esta habitación tendrá unos 30 metros cuadrados y kilómetros de paz. En el cuarto de baño podría vivir un familiar del odiado Flipper. Lo mejor que tiene es una encimera enorme de mármol con la altura perfecta para follar.

Mañana vuelta a la multitud aderezada con miles de idiomas diferentes.

Quedan 2 días para la vuelta.

Quizá sigamos informando…

Me apetece viajar. Un viajecito de esos de 4 días máximo. Estoy pensando en montañas y niebla o en alguna ciudad que sea pequeña pero bulliciosa. Tengo especial fetiche con las habitaciones de hotel. Quizá es por todos los que he visitado en mi vida. Tienen como una especie de confortabilidad esponjosa y protectora. Despiden calidez,  normalmente silencio, y la luz siempre es modulable. Sus camas son enormes y las sábanas perfectamente estiradas y almidonadas. Es como si el tiempo se detuviera. Nada puede pasarte en una habitación de hotel. Nada que tú quieras/consientas, claro.

Conozco un hotel en Donosti en el que te desayunas el mar. Es imposible concentrarse en el olor a café, porque el salitre del mar se antepone. Es una peculiar manera de darte la bienvenida a sus dominios  sin llamar a la puerta. El otro momento mágico en una habitación con vistas al mar es cuando muere el verano y las tardes se vuelven frías y sólo la gente con perros pasea por la playa. Las olas traen la tristeza del otoño y de nuevo el salitre te habla para despedirse de ti.

En estas ocasiones es cuando tienes que estar en la terraza de tu habitación de hotel, descalza y medio vestida, con el pelo enredado y fumando esa marca de tabaco rubio que sólo fumamos las chicas guapas. Y, por supuesto, tienes que estar sola. Da igual que estés esperando a alguien, ahí tienes que estar sola, notando cómo tu ropa se humedece con la pleamar y te arrebujas en la silla para que los pies no toquen el suelo.

Y el mar te habla. Y tú le hablas al mar. Y los secretos se borran con cada ola. Y te muerdes el labio inferior y sabe salado. El mar, como cualquier buen amante, se despide con un beso…

Y es entonces cuando te das cuenta que la existencia está tejida de un material de mala calidad que se encoge con el uso…

20080621

Creo que la mayoría de la gente prefiere confesar los pecados de los demás. En lo que parecemos, todos tenemos un juez. En lo que somos, nadie nos juzga. Porque uno no se reforma, sólo pierde fuerza con el tiempo.  Ya sabes, si quieres justicia, vete a una casa de putas. Si quieres que te jodan, vete a los tribunales.

Porque las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas. Porque la felicidad siempre viaja de incógnito; sólo después de que ha pasado, sabemos de ella. Pero en el fondo, son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida.

Abstenerse de recuerdos a veces es una cuestión de supervivencia.



P.d. ¿Qué pasa contigo? ¿Ahora sólo pasas de puntillas?